El primero de Abril hubo un terremoto 8.2 en el Norte de Chile para Iquique y Arica, remeciendo hogares especialmente en aquellos sectores humildes y causando derrumbes que cortaron la comunicaciones a pueblos casi inaccesibles. Y ahora una horrible tragedia en Valparaíso donde miles de personas han sido evacuadas y cientos de casas se han quemado completamente, transformando los hogares de cientos de familias en cenizas. Personas que no pudieron salvar nada, quedándose con lo puesto. Familias humildes que con esfuerzo construyeron sus hogares.
Y por otro lado está la labor de los bomberos y voluntarios que sin recibir paga alguna ponen en riesgo sus propias vidas. He visto como algunos carroñeros se aprovechan de la desgracia de las otras personas y les roban los pocos bienes que les quedan a los afectados, y por otro lado he visto a miles y cientos de personas que se reúnen a ayudar a los más afectados, que corren para ayudar a apagar un fuego, un grupo de alumnos que auxilia a su profesor, jóvenes que se ofrecen para organizar la ayuda, familias en vehículos que reúnen cosas para llevar a los damnificados desde lugares lejanos como Santiago y hasta gente que lo ha perdido absolutamente todo y que aún así corre a ayudar a los otros.
Historias e imágenes conmovedoras han invadido las noticias durante todo el día, que han cubierto el avance del fuego por los cerros de Valparaíso y que aún se encuentra con focos activos y con otros que han vuelto a reactivarse y a quemar lo poco que ha quedado en pie. Un terremoto te puede dejar parte de la casa en pie, pero un incendio transforma en cenizas el esfuerzo de toda una vida.
Ojalá que el fuego cese su avance y se apiade del sufrimiento de tantas familias que han perdido sus seres queridos y sus pertenencias.
Balance del Gobierno: 12 fallecidos, 2 mil viviendas quemadas y cerca de 8 mil damnificados
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